martes, 26 de junio de 2012

Estimado Señor Futuro...





Estimado Sr. Futuro:

De mi mayor consideración: Le estoy escribiendo esta carta para pedirle un favor. Usted sabrá disculpar la molestia. No, no tema, no es que quiera conocerlo. Ha de ser usted un señor muy solicitado, habrá tanta gente que querrá tener el gusto, pero yo no.

Cuando alguna gitana me atrapa la mano, para leerme el porvenir, salgo corriendo a la disparada antes de que ella pueda cometer semejante crueldad. Y sin embargo usted, misterioso señor, es la promesa que nuestros pasos persiguen queriendo sentido y destino.

Y es este mundo, este mundo y no otro mundo, el lugar donde usted nos espera.
A mí, y a los muchos que no creemos en los dioses que nos prometen otras vidas en los lejanísimos hoteles del Más Allá.

Y ahí está el problema, señor Futuro. Nos estamos quedando sin mundo. Los violentos lo patean, como si fuera una pelota. Juegan con él los señores de la guerra, como si fuera una granada de mano; y los voraces lo exprimen, como si fuera un limón. A este paso, me temo, más temprano que tarde el mundo podría no ser más que una piedra muerta girando en el espacio, sin tierra, sin agua, sin aire y sin alma. De eso se trata, señor Futuro.

Yo le pido, nosotros le pedimos, que no se deje desalojar. Para estar, para ser, necesitamos que usted siga estando, que usted siga siendo.
Que usted nos ayude a defender su casa, que es la casa del tiempo. Háganos esa gauchada, por favor. A nosotros y a los otros: a los otros que vendrán después, si tenemos después.

Lo saluda atentamente,
Un Terrestre. Eduardo Galeano
 

jueves, 21 de junio de 2012

El secreto está en los ojos (Ciencia)




El secreto está en los ojos

Juan Luis Ursuaga es paleontólogo, miembro del equipo de investigaciones de los yacimientos pleistocenos de la Sierra de Atapuerca y premiado, en 1997, con el Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica.

Cuando nos proponemos a reconstruir un ancestro fósil que solo conocemos por los huesos nos vemos obligados a reflexionar. Es por lo tanto una buena práctica y me alegro de colaborar de vez en cuando con uno de los artistas que devuelven a la vida las especies desaparecidas. Se trata de uno de esos remotos antepasados africanos que llamamos australopitecos y hay que empezar por preguntarse qué aspecto general les damos.
En los últimos tiempos el aire que tienen es el de “chimpancés bipedo”, con mucho pelo por el cuerpo. El paisaje suele ser de selva porque sabemos (esto no es una mera conjetura) que pasaban mucho tiempo en ella y se alimentaban de los frutos maduros de los árboles y arbustos, así como de vegetales tiernos.

La estatura no era muy grande, como la de un chimpancé en el caso de las hembras y algo más en el de los machos. Parece que las diferencias de tamaño entre los sexos eran mayores que en los chimpancés, pero seguramente menores que en los gorilas.

¿Cómo serian sus labios?
La postura bípeda estaba perfectamente conseguida, pero eso no excluye que se subieran a los árboles por seguridad o para alimentarse.
Los caninos eran pequeños en los dos sexos, lo que sorprende mucho y todavía no tiene una explicación definitiva, ya que no fabricaban herramientas de piedra que los sustituyeran.
La cara es muy parecida a la de los chimpancés, es decir, proyectaba o prognata. Su nariz no sobresalía y esto les hacía parecerse mucho facialmente a los grandes simios. Hay que esperar hasta la llegada del Homo Erectus para ver narices prominentes como las nuestras.
¿Cómo serian sus labios? ¿finos como los de los simios o gruesos como los nuestros? Lo que nos lleva a preguntarnos para qué sirven unos labios gruesos, por qué fueron seleccionados. Los labios gruesos sirven para besar, ¿estará ahí la explicación?.
Y así llegamos a lo que más me interesa en este artículo: los ojos. En todos los simios el color del iris es similar al de la esclerótica (oscuro), mientras que nuestra especie se distingue muy bien el iris del blanco del ojo. ¿Por qué? A un chimpancé no le interesa que otros sepan hacia dónde está mirando porque podrían descubrir cuáles son sus propósitos (¿una hembra?, ¿una fruta?). Para que eso –adivinar las intenciones del otro- sea posible es necesaria la facultad mental de ponerse en el lugar del que está enfrente y mira hacia nuestro lado o por encima de nuestra cabeza.

No es poca cosa, y se pensó durante mucho tiempo que solo lo podíamos hacer los seres humanos, pero ahora sabemos que también los chimpancés tienen esa capacidad. Por eso, para evitar que se descubran los movimientos oculares, el iris no se distingue de la esclerótica.
En cambio, nosotros señalamos con el dedo, también con el ojo, permitimos que los demás sepan adónde miramos, compartimos con ellos nuestra información.
Pertenecemos a una especia mucho más social y gracias a ello los seres humanos hemos llegado hasta aquí.

Información y reportaje incluidos en el número 27 de la revista Redes para la Ciencia (Revista de divulgación de Eduard Punset)


El agua en África se acumula debajo de la superficie (Geología)


El agua en África se acumula debajo de la superficie (Geología)
                             
Los acuíferos descubiertos podrían abastecer a todo el continente.

Un equipo de científicos británicos ha trazado por primera vez un mapa de distribución y escala de vastas cantidades de agua bajo el desierto del Sahara y otras partes de África. Los investigadores del British Geological Survey y el University Collage han descubierto que el agua, situada a unos 75 metros de profundidad, está contenida en antiguos acuíferos.
Los investigadores afirman que estos recursos subterráneos descubiertos podrían abastecer a toda África de suficiente agua para el consumo y la agricultura.
De hecho, el volumen del agua subterránea es cien veces mayor que el que hay en la superficie.

En el continente africano más de 300 millones de personas no tienen acceso al agua potable y la demanda aumentará notablemente por el crecimiento de la población y la necesidad de riego de cultivos.
“El mayor almacén de aguas subterráneas está en el norte de África, en las cuencas sedimentarias, en Libia, Argelia y Chad”, aseguró a la BBC la científica Helen Bonsor, del British Geological Survey, que añadió que la cantidad es “enorme”. Debido a los cambios climáticos que azotaron el Sahara y lo convirtieron en un desierto, la mayoría de los acuíferos trazados se llenaron por última vez hace unos 5.000 años.
Sin embargo, los investigadores británicos aseguran que la extracción no será fácil, porque taladrar grandes pozos podría agotar rápidamente los acuíferos. De hecho Bonsor apuesta por una extracción cuidadosa, que no dañaría los recursos hídricos.
Para la investigación se utilizó la información aportada por los mapas hidrogeológicos de los Gobiernos y datos de hasta 283 estudios. Los científicos, además, han revelado que los nuevos mapas indican que algunos de los países africanos más afectados por la escasez del agua tienen sustanciales reservas debajo de su superficie.
Habrá que ver si la existencia de este volumen de agua subterránea beneficiará a los habitantes del continente. Según datos aportados por la Organización de Naciones Unidas, en el área del África Subsahariana se concentra el mayor número de países del mundo con estrés hídrico.
Un problema que podría tener una salida con el nuevo mapa subterráneo de África

Información y reportaje incluidos en el número 27 de la revista Redes para la Ciencia (Revista de divulgación de Eduard Punset)  

miércoles, 20 de junio de 2012

El río y el desierto


Un río, tras correr libre y despreocupado entre riscos nevados, profundas gargantas y fértiles campiñas, llegó al desierto.
Sus aguas, hasta entonces ágiles y transparentes, se vieron frenadas y enturbiadas por la arena.
Y aquél río, en su agonía, clamó al cielo:
-¿Qué puedo hacer para proseguir mi camino?
Una vieja palmera, al oirlo, se compadeció y le susurró desde la punta de sus hojas:
-Evapórate y salvarás tu esencia.
Y aquél viejo río, comprendiendo, se elevó sobre sí mismo, uniéndose a las nubes del cielo.

(La muerte no es otra cosa que la recuperación de nuestra primigenia y verdadera identidad.)

Juan José Benitez
Libro: "La otra orilla"

Reencuentro con la Paz


Cuando tus pensamientos son perfectamente claros
en la quietud, ves la sustancia real de la mente.
Cuando tu estado de ánimo, está sereno en momentos de ocio
percibes la verdadera manera de actuar de la mente.
Cuando estás en un estado de profunda calma y desapego
descubres su verdadero valor.
La mente humana suele perder la realidad a través del movimiento.
Si haces un alto en un estado de clara serenidad sin que nazca
un sólo pensamiento, cuando surgen las nubes, con calma
te alejas de ellas; cuando las gotas de lluvia golpean acompasadamente,
compartes serenamente su pureza.
Cuando llaman los pájaros, gozosamente sientes su comunicación.
Cuando caen las flores, tienes una profunda comprensión de tí mismo.
¿Dónde está el reino de la realidad y qué cosas hay que no sea obra suya?
Si nace un niño, la madre está en peligro; si se amontona
el dinero, los ladrones observan, así pues, ¿qué alegría
no conlleva una preocupación?
Si eres pobre, estás deseoso de ahorrar; si estás enfermo
anhelas cuidar tu cuerpo, así pues, ¿qué preocupación
no conlleva una alegría?

Las personas realizadas deben mirar los altibajos como
una sola cosa y permitirse olvidar sus alegrías y penas.

Huanchu Daoren
Libro: "Retorno a los orígenes"
Edit. Edaf

martes, 19 de junio de 2012

Tu tienes el reloj, yo tengo el tiempo



Entrevistando a un Tuareg
Entrevista realizada por VÍCTOR AMELA a: MOUSSA AG ASSARIDRISIS

No sé mi edad: nací en el desierto del Sahara, sin papeles...!.
Nací en un campamento nómada tuareg entre Tombuctú y Gao, al norte de Mali.
He sido pastor de los camellos, cabras, corderos y vacas de mi padre. Hoy estudio Gestión en la Universidad Montpellier.
Estoy soltero. Defiendo a los pastores tuareg. Soy musulmán, sin fanatismo.

- ¡Qué turbante tan hermoso...!
- Es una fina tela de algodón: permite tapar la cara en el desierto cuando se levanta arena, y a la vez seguir viendo y respirando a su través.
- Es de un azul bellísimo...
- A los tuareg nos llamaban los hombres azules por esto: la tela destiñe algo y nuestra piel toma tintes azulados...
- ¿Cómo elaboran ese intenso azul añil?
- Con una planta llamada índigo, mezclada con otros pigmentos naturales. El azul, para los tuareg, es el color del mundo.
- ¿Por qué?
- Es el color dominante: el del cielo, el techo de nuestra casa.
- ¿Quiénes son los tuareg?
- Tuareg significa "abandonados", porque somos un viejo pueblo nómada del desierto, solitario, orgulloso:
"Señores del Desierto", nos llaman. Nuestra etnia es la amazigh (bereber), y nuestro alfabeto, el tifinagh.
- ¿Cuántos son?
- Unos tres millones, y la mayoría todavía nómadas. Pero la población decrece...
"¡Hace falta que un pueblo desaparezca para que sepamos que existía!", denunciaba una vez un sabio: yo lucho por preservar este pueblo.
- ¿A qué se dedican?
- Pastoreamos rebaños de camellos, cabras, corderos, vacas y asnos en un reino de infinito y de silencio...
- ¿De verdad tan silencioso es el desierto?
- Si estás a solas en aquel silencio, oyes el latido de tu propio corazón. No hay mejor lugar para hallarse a uno mismo.
- ¿Qué recuerdos de su niñez en el desierto conserva con mayor nitidez?
- Me despierto con el sol. Ahí están las cabras de mi padre. Ellas nos dan leche y carne, nosotros las llevamos a donde hay agua y hierba...
Así hizo mi bisabuelo, y mi abuelo, y mi padre... Y yo. ¡No había otra cosa en el mundo más que eso, y yo era muy feliz en él!
- ¿Sí? No parece muy estimulante. ..
- Mucho. A los siete años ya te dejan alejarte del campamento, para lo que te enseñan las cosas importantes: a olisquear el aire, escuchar, aguzar la vista, orientarte por el sol y las estrellas... Y a dejarte llevar por el camello, si te pierdes: te llevará a donde hay agua.
- Saber eso es valioso, sin duda...
- Allí todo es simple y profundo. Hay muy pocas cosas, ¡y cada una tiene enorme valor!
- Entonces este mundo y aquél son muy diferentes, ¿no?
- Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso. Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar juntos!. Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya es!.
- ¿Qué es lo que más le chocó en su primer viaje a Europa?
- Vi correr a la gente por el aeropuerto...¡En el desierto sólo se corre si viene una tormenta de arena! Me asusté, claro...
- Sólo iban a buscar las maletas, ja, ja...
- Sí, era eso. También vi carteles de chicas desnudas: ¿por qué esa falta de respeto hacia la mujer?, me pregunté...Después, en el hotel Ibis, vi el primer grifo de mi vida: vi correr el agua...y sentí ganas de llorar.
- Qué abundancia, qué derroche, ¿no?
- ¡Todos los días de mi vida habían consistido en buscar agua!. Cuando veo las fuentes de adorno aquí y allá, aún sigo sintiendo dentro un dolor tan inmenso...
- ¿Tanto como eso?
- Sí. A principios de los 90 hubo una gran sequía, murieron los animales, caímos enfermos...Yo tendría unos doce años, y mi madre murió...¡Ella lo era todo para mí! Me contaba historias y me enseñó a contarlas bien. Me enseñó a ser yo mismo.
- ¿Qué pasó con su familia?
- Convencí a mi padre de que me dejase ir a la escuela. Casi cada día yo caminaba quince kilómetros. Hasta que el maestro me dejó una cama para dormir, y una señora me daba de comer al pasar ante su casa...Entendí: mi madre estaba ayudándome...
- ¿De dónde salió esa pasión por la escuela?
- De que un par de años antes había pasado por el campamento el rally París-Dakar, y a una periodista se le cayó un libro de la mochila. Lo recogí y se lo di. Me lo regaló y me habló de aquel libro: El Principito. Y yo me prometí que un día sería capaz de leerlo...
- Y lo logró.
- Sí. Y así fue como logré una beca para estudiar en Francia.
- ¡Un tuareg en la universidad. ..!
- Ah, lo que más añoro aquí es la leche de camella... Y el fuego de leña. Y caminar descalzo sobre la arena cálida. Y las estrellas: allí las miramos cada noche, y cada estrella es distinta de otra, como es distinta cada cabra...Aquí, por la noche, miráis la tele.
- Sí... ¿Qué es lo que peor le parece de aquí?
- Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. ¡En Francia se pasan la vida quejándose! Os encadenáis de por vida a un banco, y hay ansia de poseer, frenesí, prisa...En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!
- Reláteme un momento de felicidad intensa en su lejano desierto.
- Es cada día, dos horas antes de la puesta del sol: baja el calor, y el frío no ha llegado, y hombres y animales regresan lentamente al campamento y sus perfiles se recortan en un cielo rosa, azul, rojo, amarillo, verde...
- Fascinante, desde luego...
- Es un momento mágico... Entramos todos en la tienda y hervimos té. Sentados, en silencio, escuchamos el hervor...La calma nos invade a todos: los latidos del corazón se acompasan al pot-pot del hervor...
- Qué paz...
- ¡Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo.

 Entrevista realizada por VÍCTOR AMELA a: MOUSSA AG ASSARIDRISIS




El anciano y el banco


Un hijo, cansado de la ancianidad y de los achaques de su padre, tomó la decisión de recluirlo en un asilo.
En silencio, padre e hijo salieron por última vez del hogar. Y caminaron por las calles de la gran ciudad. El primero, resignado. El hijo, tratando de silenciar su conciencia con un sinfín de promesas y falsas atenciones.
Al rato, el anciano se sintió cansado. Y el hijo, solícito, condujo a su padre hasta un banco cercano.
Nada más tomar asiento, el viejo rompió a llorar amargamente.
-¿Qué sucede? - le preguntó el hijo.
Pero el anciano no respondió. Y su llanto se hizo más intenso.
-¡Por Dios, padre! ¿Por qué lloras?
Y el hombre exclamó al fin entre sollozos:
-Hace cincuenta años, yo también conduje a mi padre a un asilo. Y ambos nos sentamos igualmente en este mismo banco.

(Con la misma medida que midáis, seréis medidos)

Juan José Benitez
Libro: "La otra orilla"

lunes, 18 de junio de 2012

Plenamente responsable


Para conseguir el control de algo hay que asumir la responsabilidad. Para tener la mayor influencia posible sobre cualquier cosa debes hacerte plenamente responsable por ello.

A veces la responsabilidad puede percibirse como una carga. Eso es porque se requiere disciplina, foco y esfuerzo para asumirla. Aún así, mucho más que una carga es una oportunidad. Porque es viviendo con responsabilidad, día tras día, que las cosas que valen la pena pueden ser alcanzadas.

Con responsabilidad, puedes tomar una situación confusa y aportarle claridad. Con responsabilidad, aquello que antes fuera considerado imposible puede convertirse en realidad.

Al asumir la responsabilidad por cualquier aspecto de tu vida, aportas al mismo una dosis muy alta de valor. All? donde va la responsabilidad, el éxito la sigue.

Acostúmbrate a buscar maneras de asumir responsabilidad. Y te encontrarás firme y efectivamente al mando de la situación.

Gabriel Sandler

La carcoma de la envidia


Cervantes llamó a la envidia “carcoma de todas las virtudes y raíz de infinitos males.” La envidia no es la admiración que sentimos hacia algunas personas, ni la codicia por los bienes ajenos, ni el desear tener las dotes o cualidades de otro.
Es otra cosa. La envidia es entristecerse por el bien ajeno.

Es quizá uno de los vicios más estériles y que más cuesta comprender y, al tiempo, también probablemente de los más extendidos, aunque nadie presuma de ello (de otros vicios sí que presumen muchos).
La envidia va destruyendo —como una carcoma— al envidioso. No le deja ser feliz, no le deja disfrutar de casi nada, pensando en ese otro que quizá disfrute más. Y el pobre envidioso sufre mientras se ahoga en el entristecimiento más inútil y el más amargo: el provocado por la felicidad ajena.

El envidioso procura aquietar su dolor disminuyendo en su interior los éxitos de los demás. Cuando ve que otros son más alabados, piensa que la gloria que se tributa a los demás se la están robando a él, e intenta compensarlo despreciando sus cualidades, desprestigiando a quienes sabe que triunfan y sobresalen. A veces por eso los pesimistas son propensos a la envidia. Wilde decía que “cualquiera es capaz de compadecer los sufrimientos de un amigo, pero que hace falta un alma verdaderamente noble para alegrarse con los éxitos de un amigo”. Para superar la envidia, es preciso esforzarse por captar lo que de positivo hay en quienes nos rodean: proponerse seriamente despertar la capacidad de admiración por la gente a la que conocemos.

La envidia lleva también a pensar mal de los demás sin fundamento suficiente, y a interpretar las cosas positivas aparentemente de otras personas siempre en clave de crítica. Admirarse de las dotes o cualidades de los demás es un sentimiento natural que los envidiosos ahogan en la estrechez de su corazón.

Alfonso Aguiló

El amor requiere esfuerzo


El amor no muere por causas naturales.
Muere por negligencia y abandono.
Muere por ceguera e indiferencia
y porque se lo da por sentado.

Las omisiones son generalmente más graves
que los errores cometidos.
Finalmente, el amor muere de cansancio,
porque no se lo alimenta.
No dejamos de amar asi porque si,
del mismo modo en que
nos enamoramos porque si.

Cuando el amor muere,
es porque uno o ambos amantes
lo descuidaron,
no lo avivaron ni renovaron.

Como cualquier otro ser viviente,
el amor requiere el esfuerzo
de mantenerlo sano.

Leo Buscaglia

Utopías


Espero sinceramente que ninguna de mis utopías se realice.

Aunque parezca cosa de locos, pienso que la única forma que existe
para que la utopía siga respirando, es alejándola de la realidad,
porque ésta transforma manos en puños cerrados en un santiamén;
corrompe principios y valores en menos de lo que canta un gallo;
obliga a la esperanza a aceptar al pragmatismo como dueño y señor de la verdad de turno.

O sea, la utopía sufre una metamorfosis sutil
que la transforma en la antítesis de sí misma.

Los sueños, sueños son, y por eso pertenecen al mundo de las utopías.
Sacarlos a pasear por las anchas avenidas de la realidad
es una temeridad que no me permito practicar con los míos.

Aprendí en carne propia que la realidad marchita todo lo que toca,
arruga todo lo que agarra,
mientras que la utopía es inmortal y siempre joven.

Como la felicidad, a la que conviene mucho más buscarla que encontrarla,
porque la búsqueda es esperanza,
y el encuentro el inicio del anticlímax.


Ojala los hechos pudieran probarme que estoy equivocado…

© Bruno Kampel

¿Qué te mueve en la vida?


¿Qué te hace vibrar?
¿Qué cosa te sacude desde adentro y te quita la respiración, así sea por unos cuantos segundos? ¿Qué fuerza te hace ascender y después no quiere hacerte bajar?

Hay algo que no podemos entender y que nos ocurre muy de tanto en tanto, de manera inexplicable. A veces un curioso vigor nos resucita de la monotonía. Todas las personas tenemos algún milagro pasional escondido que nos empuja, que nos mueve al compás de un ritmo personal no imitable: impulso vital, interés absorbente, sentido de vida.
¿Qué te mueve? Pero no desde la teoría o la carga de los conceptos, sino de verdad, con los huesos y las entrañas. ¿Qué te hace conmocionar hasta perder el norte y encontrarte cara a cara con la brillantez del ingenio o la oscura sombra de la tristeza?
Es que en un instante se puede justificar la vida entera o desechar la muerte. Los motivos para vivir pueden ser tan pocos y tan grandes, o tantos y tan estúpidos. Lo importante es que sean tuyos, que aparezcan con cada pulsación y se expulsen en cada bocanada de aire que te mantiene en pie.
¿Hace cuánto no te emocionas sin 'razones valederas', o con aquel beso inesperado, ilógico, que alguien te regala por la espalda? La modorra te ha vuelto torpe, ya no persigues imposibles, ya no te dejas asfixiar por la ilusión, ya no te seducen las quimeras. Y si nada te mueve y nada te sorprende y apenas te ríes y casi nunca te sonríes con el alma dispuesta, te estás apagando.
Necesitas el frenesí de la irreverencia de tanto en tanto, como cuando la lluvia no te molesta y dejas que el amanecer se meta por tu piel. O cuando el jefe empieza a parecerse a un rinoceronte de corbata y la oficina una jaula repleta de micos bien educados. Sé que te pasa alguna vez, y aunque te asustas, lo disfrutas porque secretamente te rebelas y dejas correr la imaginación como una cascada que refresca tu esencia.
Tienes el don de emocionarte hasta rabiar, de vibrar bajo el calor de una idea, de bailotear en la meta que parecería inalcanzable, de producir vida, de mirar al sol cara a cara, de 'soplar en el viento' (como dice la vieja canción), de indignarte, amar y arrugarte.
No te resignes a la quietud, a la impasible habituación, a la rutina atrevida y arrogante que ostentan los aburridos. Movilízate como una manifestante de tu propia identidad, deja que tus creencias sanas te rebasen, explora el gusto de sentir los sentidos, pégate a lo que te mueve, a lo que te incomoda. No te resignes a vivir de la mano de la mediocridad apoltronada en lo predecible, siempre lo predecible.
Pregúntate qué quieres de verdad, qué añoras en ese relámpago infinitesimal antes de dormir, qué te revoluciona esencialmente. Júrate a ti mismo que nunca dejarás apagar la 'llama doble' que alumbra tu interior.

¡Enciende una fogata en tu corazón! Sólo así estarás vivo.

Walter Riso

Tranquilo y libre


La ansiedad no es una fuerza externa a ti. Reside por completo en tus propios pensamientos.

No es otra cosa que una determinada respuesta que tú decides dar. Y con tanta seguridad como puedes optar por sentir ansiedad, puedes elegir dejarla de lado.

Sin tus pensamientos la ansiedad no podría existir. No tiene poder en si misma, y no hay ninguna razón que justifique seguir pegado a ella.

En lugar de enceguecerte con tus propios pensamientos de ansiedad, abre tus ojos a las verdaderas oportunidades que tienes ante ti. En lugar de aplicar tu energía a reforzar pensamientos que generen ansiedad, dedica esa misma energía a progresar.

Deja que el amor llene los espacios en los que ahora habita la ansiedad. Siente una cálida paz, una tibia calma mientras tu ansiedad se desvanece.

Fíjate qué pasa cuando optas por responder con amor, con gratitud, aceptación y expectativas positivas. Con una mente calma y un corazón en paz estarás libre para convertirte en la mejor versión de ti mismo que podrías llegar a ser.

Gabriel Sandler

miércoles, 6 de junio de 2012

La compasión de sí mismo.


En una isla del Canal de la Mancha hay un peñasco bastante alto en donde Víctor Hugo, enfermo y desterrado de su querida Francia, subía todas las tardes a contemplar la puesta del sol.

Luego, al salir de su ensimismamiento, se levantaba y buscaba una piedra, a veces pequeña, a veces grande, la cogía y con una sonrisa de satisfacción, la arrojaba al mar.

Un grupo de niños que solían jugar por ahí, siempre se preguntaban por qué aquel señor hacía eso todas las tardes. En eso, una niña se animó a preguntar:

-Monsieur, ¿por qué viene usted aquí a tirar piedras?

Después de unos segundos de silencio, el gran escritor sonrío y repuso: "No son piedras, hija mía. Es la compasión de mí mismo lo que tiro al mar".

Este acto simbólico encierra una gran enseñanza. Quejarse y lamentarse de uno mismo son sentimientos egoístas que nos generan dudas y temores, los dos grandes enemigos del progreso humano. Para vencer en la vida debemos elevar el pensamiento más allá de nuestra propia persona; saber que en cualquier empeño, la medida del éxito dependerá de la generosidad y la alteza de nuestro propósito.

Y si aún así nos vemos en peligro de desfallecer bajo el peso de circunstancias adversas, recordemos al gran Víctor Hugo en aquel peñasco. Inspirémonos en su ejemplo, reunamos nuestras pesadumbres, imaginemos que han formado una sola piedra... ¡y lancémosla lejos de nosotros! Nuestro renovado espíritu, nos lo agradecerá.


Archibald Joseph Cronin
(Novelista Escocés)

Un arbol cargado ...


Un maestro budista viajaba a pie con sus
discípulos, cuando se dio cuenta de que discutían
entre ellos quien era el mejor.

- Practico la meditación desde hace quince años,
decía uno.

- Hago caridad desde que salí de la casa de mis padres,
decía otro.

- Siempre he seguido las enseñanzas de Buda,
decía un tercero.

Al mediodía, pasaron debajo de un manzano
para descansar.
Las ramas estaban cargadas, y llegaban
al suelo con el peso de las frutas.

Entonces el maestro habló:
- Cuando un árbol está cargado de fruta,
sus ramas se doblan y tocan el suelo.
Así, el verdadero sabio es aquel que es
humilde.

«Cuando un árbol no tiene frutos, sus ramas
son arrogantes y altivas.
Así, el loco siempre se cree mejor que
el prójimo.»

~ Paulo Coelho ~

Que nadie decida por ti.


En una ocasión, acompañé a un amigo a comprar el periódico. Al llegar al quiosco mi amigo saludó amablemente al vendedor. El quiosquero, en cambio, respondió con modales bruscos y desconsiderados y le lanzó el periódico de mala manera. Mi amigo, no obstante, sonrió y pausadamente deseó al quiosquero que pasase un buen fin de semana. Al continuar nuestro camino, le pregunté a mi amigo:
-Oye, ¿este hombre siempre te trata así?
-Sí, por desgracia.
-Y tú, ¿siempre te muestras con él tan educado y amable?
-Sí, así es.
-Y, ¿me quieres decir por qué tú eres tan amable con él, cuando él es tan antipático contigo?
-Es bien fácil. Porque yo no quiero que sea él quien decida cómo me he de comportar yo.

Sidney Harris